miércoles, 7 de octubre de 2009

LA MURCIA ROMANA

La Península Ibérica había constituido a partir del siglo V a.C. una fuente de mercenarios para los ejércitos mediterráneos, muy apreciados por su ardor combativo. pero el principal atractivo de la Península era su gran riqueza en metales preciosos, así como su posición estratégica.

Desde el inicio de la 2ª Guerra Púnica el objetivo romano fue la toma de Quast-Hadaschat (Cartagonova), ciudad bien defendida dado su carácter militar, pero que fue tomada con relativa facilidad por las tropas de Escipión ofreciendo un importante botín especialmente en armas y rehenes, ya que en esta ciudad se guardaban los almacenes militares cartaginenses, era el centro de un importante distrito minero y en ella residían los rehenes que los pueblos indígenes habían cedido a Carthago, los cuales al ser liberados, apoyaron a Roma.

Como el resto de las posesiones cartaginensas, nuestra Comunidad pasó a ser dominio de Roma tras la derrota de Carthago e inmediatamente comenzó la romanización, esto es la asimilación por parte de la población indígena de la cultura, religión, lengua y formas de vida propias de Roma. Quast-Hadaschat recibió el status de ciudad stipendiaria y se convirtió en Cartago Nova. Tras las primeras etapas de saqueo, Cartago Nova recobró su antiguo esplendor, gracias a que tanto la cultura íbera de sus habitantes, como el dominio cartaginés o las influencias griegas habían preparado el terreno para la fácil introducción y aceptación de las estructuras políticas, económicas y sociales de Roma. Sin embargo en el interior de la Región las formas indígenas sobrevivieron, en espcial en las zonas alejadas de las calzadas y de los puestos romanos. Al final de la República toda la Región estaba fuertemente romanizada y Cartago Nova recibió el título de colonia por César(Colonia Ubs Iulia Nova Carthago) ya que contaba con una fuerte proporción de pobladores latinos y romanos, debido a las buenas comunicaciones (Via Augusta), lo que la convirtió en una de las mayores ciudades de Hispania y posteriormente de todo el Imperio.

Otros núcleos importantes eran Cieza y el estrecho de la Encarnación en Caravaca de origen íbero, y Lorca de fundación romana, pero la mayor parte de la población era rural. En cuanto a la actual capital, Murcia, sólo han aparecido en torno a ella restos de villas romanas y explotaciones agrícolas, por lo que de existir una Murcia anterior a la musulmana debió de ser de poca entidad.

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