He recibido de España un gran número de felicitaciones con motivo de mi cumpleaños.
Cuantos me han escrito muestran igual convicción de que sólo el restablecimiento de
la Monarquía Constitucional puede poner término a la incertidumbre que experimenta
España. Dícenme que antes de mucho estarán conmigo todos los de buena fe sean
cuales fueren sus antecedentes políticos, comprendiendo que no pueden
tener exclusiones ni de un monarca nuevo y desapasionado, ni de un régimen que
represente la unión y la paz...
Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa
como infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico en España...
Por todo esto, sin duda, lo único que inspira ya confianza en España es una Monarquía
hereditaria y representativa. En el entretanto, no sólo está hoy por tierra todo lo que en 1868 existía... Si de hecho se halla abolida la Constitución de 1845, hállase de hecho abolida la que en 1869 se formó sobre la base inexistente de la Monarquía...
No hay que esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamente... Llegado el caso,
fácil será que se entiendan un príncipe leal y un pueblo libre...
Sea la que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español, ni, como todos mis
antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal.
Alfonso de Borbón, Sandhurst, 1 de diciembre de 1874.
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